AIRES DE CAMBIO. Cultura y narrativa en la Venezuela del gomecismo y el postgomecismo (1908-1953)
Índice
Contracorriente(s)
I
Los aires del cambio: literatura y cultura en Venezuela
(1908-1935)
II CUATRO
CLÁSICOS MODERNOS: 1929-31
Transfiguraciones: poética e historia en Arturo Uslar Pietri
Hacer
cosas con el pueblo, la mujer y la nación. A 80 años de Doña Bárbara
¿Nación
transculturada? Cubagua desde Doña Bárbara
Políticas
de lectura de la fábula y la nación en Las memorias de Mamá Blanca
III ENSAYO DE CRÍTICA FILOLÓGICO-POLICIAL
Ø / Verdad e identidad desmanteladas: escritura,
auto-biografía y política en El falso cuaderno de Narciso Espejo
Contracorriente(s)
Quiso un azar que el proceso de revisión
de los textos que componen este libro diera pie a la apertura de esta pequeña
nota introductoria: por alguna razón irrelevante, busqué en Academia.edu mi
texto sobre El falso cuaderno de Narciso Espejo. De entrada me topé
con la caracterización “mayúscula” que muestra la página web para el
artículo: OLD FASHION CRITICISM. Además de sonreír, un extraño e
impertinente orgullo me tomó con gusto. Ciertamente ha podido pasar que, como
provocación, fuese yo mismo quien lo caracterizase de esa manera; pero prefiero
quedarme con la posibilidad de inventar que el gestor haya sido la
administración de la página o algún lector la/el responsable. Quizás tal
catalogación no se ajuste del todo a realidad; sin embargo suscribiría, hoy sin
ironía, el gesto de desmarcaje que obviamente supone ante las
líneas dominantes en la actual post-academia.
Como ha impuesto la discutible dinámica
burocrática de la academia de estas últimas décadas –actuada, ¡claro!,
también por mí–, Aires de cambio… responde al agrupamiento de
trabajos que, aunque derivados de un área de interés común: pensar hitos
literarios y culturales que se producen durante la época gomecista y
postgomecista, tuvieron sus primeras versiones en algún encargo, seminario o
congreso… y fueron publicados luego, en su mayoría, en libros o revistas.
Carece como libro, por tanto, de cohesión estilística, de formatos o de
extensión; lo que ojalá ofrezca al menos la ventaja de que sus “unidades”
funcionen con una cierta independencia en la lectura. Espero, en cualquier
caso, que este heterogéneo conjunto no carezca de organicidad: ambiciones,
intereses y aires de familia.
Por lo demás, no puedo dejar de ver como
entrecruzados esas “ambiciones, intereses y aires” y el gesto del old
fashion criticism. Hoy como ayer creo (confío que no del mismo modo) en el
sentido de la lectura crítica de textos y autores. Con ello me quiero
distanciar de la sobrevalorada, inidentificable y versátil “teoría”
de/en la post-academia dominante, en el peor de los casos triunfante super-género o joker omnipresente
y todopoderoso. Lo que antes eran “objetos” de estudio son hoy
“pre-textos”, piezas al servicio del efecto-demostración de autoridades
mayores: teóricos, escuelas, temas impuestos por la moda académica en nombre de
políticas correctas... A la vez, si asumo hoy mi reserva ante la
sacralización de la teoría –cuyo valor sería una irresponsable y cómoda necedad
despreciar–, también mantengo mi ya viejo “salpullido” tanto ante la
sacralización de la literatura y sus autores como ante la “crítica acrítica”.
Aunque personalmente prefiera consumir otras expresiones artísticas y
culturales, sigo considerando más que pertinente el estudio de la
institución literatura, como privilegiado documento sociocultural y
como una forma de re-conocer y leer historias
y presentes.
Me alejo, por tanto, de las “nuevas
agendas” y su aversión a la literatura para abordar, a veces
con cierta soltura, otros “objetos” o campos culturales (la fotografía, el
cuerpo, las migraciones…), por demás, legítimos como tales; o, en casos menos
radicales respecto de la letra aún existente, la casi-náusea ante el siempre
problemático “canon”, para limitar el interés a expresiones reivindicativas de
los márgenes post-literarios o post-autonómicos (constitutivos, por cierto, de
la ¿periclitada? modernidad literaria). Desde esa distancia, pues, ofrezco al
lector las dos últimas partes del libro, ocupadas en acercamientos a “clásicos
modernos”: una (II), dedicada a un trienio productivo y capital como pocos en
la narrativa venezolana, 1929-1931, que congrega cuatro novelas estelares y
dialogantes entre sí de un modo que los estudios sobre narrativa venezolana,
tan dados a la contabilidad como a la inconexión, han desperdiciado: Las
lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri (1931), Doña
Bárbara de Rómulo Gallegos (1929), Cubagua de Enrique
Bernardo Núñez (1931) y Las memorias de Mamá Blanca de Teresa
de la Parra (1929); y otra (III), en un extenso ejercicio crítico de ¿old-new
fashion criticism?, dedicada a un texto central de la segunda mitad del
siglo XX literario venezolano: El falso cuaderno de Narciso
Espejo (1953) de Guillermo Meneses.
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Gracias por compartirlo, lo difundiré. Un saludo afectuoso desde la Patagonia, con fe en que “lo dominante no lo sea del todo ni sea eterno”.
ResponderEliminarGracias, María Alejandra. También mi mejor recuerdo y afecto desde San Juan de Aznalfarache (por ahora).
EliminarEstupendo. Lo compartiré con gusto.
ResponderEliminarGracias gran amiga y poeta!
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